Preparando un taller sobre el duelo del inmigrante
comencé a preguntarme como podría desde las flores de Bach acompañar las
emociones que se generan con tal desarraigo.
El
partir del país en el que mal o bien hemos vivido la mayor parte de nuestra
existencia nos lleva a preparar una maleta llena de nostalgia en la cual
nuestros sentidos pasaran a ocupar un lugar privilegiado. Serán así estos
sentidos nuestros aliados principales a la hora de permitirnos volver en el
tiempo y revivir un pedacito de la vida que fue y que ya yo no es.
Como en la novela
de Marcel Proust “A la búsqueda del tiempo perdido; Por el
camino de Swann” en la cual el protagonista revive a través de una
magdalena recuerdos de su infancia. Así nos valemos de olores, sabores,
imágenes y sonidos que nos permiten por un instante rememorar otros tiempos.[i]
“Hacía ya muchos años que no existía para mí de Combray más que el escenario y el drama del momento de acostarme, cuando un día de invierno, al volver a casa, mi madre, viendo que yo tenía frío, me propuso que tomara, en contra de mi costumbre, una taza de té. Primero dije que no, pero luego, sin saber por qué, volví de mi acuerdo. Mandó mi madre por uno de esos bollos, cortos y abultados, que llama magdalenas, que parece que tienen por molde una valva de concha de peregrino. Y muy pronto, abrumado por el triste día que había pasado y por la perspectiva de otro tan melancólico por venir, me llevé a los labios una cucharada de té en el que había echado un trozo de magdalena. Pero en el mismo instante en que aquel trago, con las migas del bollo, tocó mi paladar, me estremecí, fija mi atención en algo extraordinario que ocurría en mi interior. Un placer delicioso me invadió, me aisló, sin noción de lo que lo causaba. Y él me convirtió las vicisitudes de la vida en indiferentes, sus desastres en inofensivos y su brevedad en ilusoria, todo del mismo modo que opera el amor, llenándose de una esencia preciosa; pero, mejor dicho, esa esencia no es que estuviera en mí, es que era yo mismo. Dejé de sentirme mediocre, contingente y mortal. ¿De dónde podría venirme aquella alegría tan fuerte? Me daba cuenta de que iba unida al sabor del té y del bollo, pero le excedía en mucho, y no debía de ser de la misma naturaleza. ¿De dónde venía y qué significaba?
Dejo la taza y me vuelvo hacia mi alma. Ella es la que tiene que dar con
la verdad. Pero ¿cómo? Grave incertidumbre ésta, cuando el alma se siente
superada por sí misma, cuando ella, la que busca, es juntamente el país oscuro
por donde ha de buscar, sin que le sirva para nada su bagaje. ¿Buscar? No sólo
buscar, crear. Se encuentra ante una cosa que todavía no existe y a la que ella
sola puede dar realidad y entrarla en el campo de su visión.
Y de pronto el recuerdo surge. Ese sabor es el que tenía el pedazo de
magdalena que mi tía Leoncia me ofrecía, después de mojado en su infusión de té
o de tila, los domingos por la mañana en Combray (porque los domingos yo no
salía hasta la hora de misa) cuando iba a darle los buenos días a su cuarto”
La
nostalgia puede ser así nuestro mejor aliado, pero que sucede cuando en vez de
ser un recuerdo pasajero esta nostalgia nos invade dejándonos muchas veces estancados
en el pasado durante minutos, días, semanas y en algunos casos años?
Cuando
ese preciado aliado se convierte en una piedra en el camino que no nos permite
estar en equilibrio con nuestras emociones y en consecuencia con nosotros y
nuestro entorno?
El
ser inmigrante es un desafío de adaptación al cual debemos hacer frente para
poder integrarnos en este nuevo lugar al cual por una u otra razón hemos elegido para vivir.
Pero
como hacer para adaptarse sin perderse en el camino?
Cómo hacer para integrarse sin sentirse culpable con los
que quedaron?
Como
convivir con esos recuerdos sin quedarnos atrapados entre un pasado que ya fue
y un presente que no es?
Y
sobre todo como convivir en equilibrio con el torbellino de emociones que nos invaden?
La
respuesta que encontré más apropiada fue la de estar en equilibrio con nuestras
emociones, algo tan fácil de decir y en este caso escribir pero que no siempre
es un camino fácil de transitar.
Para
ello me fui al encuentro de las flores de Bach, Ellas, que han prestado auxilio
a tantas personas y en tantas situaciones diferentes seguramente iban a poder
esta vez también dar respuesta a las emociones que giran en torno a la
inmigración.
Y así
fue como teniendo siempre en cuenta las emociones particulares que cada persona
pueda traer a la consulta, podemos encontrar dentro de los 38 elixires de Bach
aquellas flores que nos pueden acompañar en este camino que decidimos
transitar.
Cada
día se está haciendo más evidente el vínculo profundo que existe entre el
equilibrio emocional y mental y su repercusión en el cuerpo. Es por ello que
cuando nos enfrentamos a un periodo de cambios prolongados como puede ser el
salir de nuestro país de origen, las consecuencias pueden ser reflejadas en
nuestro organismo. Éste, se verá así obligado a sostener ciertas respuestas
fisiológicas que en un periodo
prolongado del tiempo lo llevarán a debilitarse y expresarse a través de síntomas
físicos.
A
través de los elixires de Bach podemos reencontrarnos con nuestro equilibrio
emocional natural el cual nos permitirá mirar el pasado como un punto de
referencia en nuestra evolución sin necesidad de depender de él. Poder aceptar
e integrar el pasado con todos los recuerdos tanto de situaciones como de
personas en este presente sin que por ello tomen el rol protagónico.
En
este camino de nostalgia hacia el pasado nos podemos encontrar enfrentados a
otro tipo de emoción que pueda venir a sumarse a nuestro desequilibrio y es el
sentimiento de culpa.
El
sentimiento de culpa así como el del auto reproche son sentimientos que juegan
un rol importante en este camino de adaptación dado que si hay culpa por habernos
ido, por haber dejado a aquellos seres queridos, familia y amigos, por ya no
poder compartir el día a día con ellos el vivir aquí y ahora va a ser un peso
que se va a agregar a esta añoranza.
El
caer en los reproches de cómo deberían haber sido las cosas nos va a llevar a
un círculo vicioso que no nos permitirá avanzar en esta nueva etapa.
Los
reproches van a invadirnos incluso cuando las situaciones de culpabilidad no
nos tienen como protagonistas y no nos van a permitir sentirnos merecedores ni
dignos de lo que hemos construido.
Las
flores de Bach van a permitirnos aceptar y comprender con la responsabilidad
justa aquello que no depende de nuestra voluntad, tomar distancia de las
consecuencias de los hechos y focalizar nuestra energía en nuestra realización.
La
vida es un proceso de cambio continuo que vivimos en tanto que seres humanos, las
diferentes etapas por las que pasamos desde el nacimiento hasta la muerte hacen
que nuestra capacidad de adaptación este en continuo jaque.
Como
podemos acompañarnos cuando esta capacidad de adaptación se ve desbordada?Como
poder disfrutar de lo que la vida nos ofrece si nos es imposible encontrarnos
en este nuevo lugar?
Darnos
la oportunidad de soltar en toda consciencia aquellas situaciones anteriores para
poder así dar un paso más y afrontar las que se nos presentan en total paz y
seguridad.
Darnos
cuenta que para crecer es necesario cambiar y para ello hay que romper con las
viejas estructuras, salir de nuestra zona de confort.
Poder
cambiar sin dejar de ser nosotros sea donde sea que estemos y su vez poder
sostenernos frente a los cambios exteriores sin perder el equilibrio interior.
Las
flores de Bach pueden así acompañarnos en este camino de evolución y de auto
curación de manera natural permitiendo que nos reencontremos y estabilicemos
nuestras emociones para poder luego estar en armonía con nuestra alma y por
ende con nuestro entorno.
La
Madeleine de Proust…
de
notre existence nous amène à préparer une valise pleine de nostalgie où nos
sens occuperaient une place privilégiée. Ce serons ces sens nos principaux
alliés quand nous voudrons remonter dans le temps et revivre un peu de la vie qui
a été mais que n’est plus là.
Comme
dans le roman de Proust "À la recherche du temps perdu"
dans lequel le protagoniste voyage dans le temps, à travers d’une madeleine, à son
enfance. Ainsi nous utilisons ces odeurs, saveurs, des images tant que des sons
qui nous permettent un instant de voyager dans le temps et aller à la rencontre
des époques passées. [ii]
"Pendant de nombreuses années déjà,
n'existe pas pour moi de Combray, et non la scène et le drame du moment de
dormir, quand un jour d'hiver, retour à la maison, ma mère, voyant que j'ai eu
froid, m'a proposé de prendre contre mon habitude, une tasse de thé. J'ai
d'abord dit non, mais puis, sans savoir pourquoi, je suis revenue de mon
accord. Ma mère a envoyé par l'un de ces pains, courts et volumineux, qui
appelle les cupcakes, qui semblent avoir utilisé par une coquille. Et bientôt,
accablé par le triste jour qui a passé et la perspective d'une autre personne
si mélancolique à venir, je m’ai pris à ses lèvres une cuillerée du thé qui
avait jeté un morceau de gâteau. Mais au moment même où qui boivent, avec les
miettes de pain, touchés mon palais, je tremblais, fixé mon attention sur
quelque chose d'extraordinaire qui s'est passé à l'intérieur de moi. Un
sentiment délicieux accablé, j'ai n'isolé, aucune idée de ce qu'il fait. Et les
vicissitudes de la vie indifférentes, ses désastres inoffensifs et sa brièveté
dans illusoire, m'a tout de la même façon cet amour de l'opéra, rempli d'une
belle essence ; mais, plutôt, que l'essence est ne pas d'être en moi, est que
moi-même été. Je me suis arrêté j'ai sentir médiocre, contingent et mortelle.
Où pourrais cette joie si forte que je viens ? J'ai réalisé qu'il était attaché
à la saveur du thé et pain, mais lui dépassé en grande partie et ne devrait pas
être de même nature. Où a été et ce que cela signifiait ?
Je
laisse la coupe et je me tourne vers mon âme. Elle est d'avoir à donner la
vérité. Mais comment ? Incertitude grave, quand l'âme se sente subjuguée par
elle-même, quand elle, qui cherche, est ensemble le pays sombre où chercher, à
moins que vous servir tous leurs bagages. Trouver? Non seulement la recherche,
créer. Il y a une chose qui n'existe pas encore et à qui elle seule peut donner
réalité et saisissez-le dans le champ de vision.
Et
soudain la mémoire se pose. « Ce goût, c'est qui avait le morceau de gâteau que
ma tante Aurélie m'a proposé, après avoir mouillé dans son infusion de thé ou
de tila, dimanche matin à Combray (parce que le dimanche je n’ai pas quitté
jusqu'au moment de la Messe) quand allait vous donner bon matin dans sa chambre
»
La nostalgie
peut être notre meilleur allié, mais que se passe-t-il lorsque, au lieu d'être
un souvenir passager cette nostalgie nous envahit en nous laissant stagnante plusieurs
fois dans le passé, soit quelques minutes, soit des jours, des semaines et
parfois mêmes des années ?
Quand cet allié précieux devient une pierre sur la route
qui ne nous permet pas d'être en harmonie avec nos émotions et en conséquence
avec nous et notre environnement ?
Être un
immigrant est un défi d'adaptation que nous devons affronter une intégration
dans un nouveau lieu qui pour une raison ou une autre, nous l’avons choisi pour
vivre.
Mais comment nous adapter sans nous perdre dans le chemin
?
Comment nous intégrer sans nous sentir coupable avec ceux
qui sont restés ?
Comment vivre avec ces souvenirs sans nous emprisonner
entre un passé qui était déjà et un présent qui n'est pas ?
Et surtout comment vivre en harmonie avec le tourbillon
d'émotions qui nous envahit?
La réponse que j'ai trouvé la plus appropriée était la de vivre en harmonie
avec nos émotions, quelque chose si facile à dire et d'écrire dans ce cas, mais
que ce n'est pas toujours une route facile.
Alors, je suis allée à la rencontre des fleurs de Bach, elles, qui ont
autant de fois fourni son soutien aux personnes dans de nombreuses situations
différentes, surement cette fois elles seraient aussi en mesure de répondre aux
émotions qui gravitent autour de l'immigration.
Toujours
en tenant compte du vécu particulier
de chaque personne nous pouvons retrouver dans les 38 élixirs de Bach les fleurs
qui peuvent nous accompagner sur ce chemin que nous avons décidé de marcher.
Chaque moment que nous vivons met plus en évidence le lien profond qu’il y
a entre l'équilibre émotionnel et mental et de son impact sur le corps. Par
conséquent, que lorsque nous sommes confrontés à une période de changements
prolongés comme le fait de quitter notre pays d'origine, les conséquences
peuvent se refléter dans notre corps. Notre corps sera donc forcé de tenir
certaines réactions physiologiques qui conduisent à l’affaiblir et qui s’expriment
à travers des symptômes physiques sur une longue période de temps.
À travers les élixirs de Bach, nous pouvons aller à la rencontre de notre
équilibre émotionnel naturel qui va nous permettre de regarder le passé comme
un point de référence dans notre évolution sans devoir en rester bloqués. Nous
serons ainsi capables d'accepter et intégrer le passé avec tous les souvenirs
de situations et donc les gens dans ce présent sans qu'ils prennent le rôle principal.
Sur ce chemin d'accès de nostalgie pour le passé, nous pouvons aussi nos
trouver face à un autre type d'émotion qui peut venir rejoindre notre
déséquilibre et qui est la culpabilité.
La culpabilité ainsi que les reproches sont des sentiments
qui jouent un rôle important dans ce voyage d'adaptation puisque s'il y a
culpabilité soit pour avoir parti, soit pour avoir quitté nos êtres chers,
famille et amis, soit pour ne pouvoir pas partager chaque jour avec eux, vivre
ici et maintenant sera un poids qui viendra s’ajouter à ce mal du pays.
Tomber dans les critiques de comment les choses devraient avoir été va nous
conduire à un cercle vicieux qui ne nous permettra pas d'avancer dans cette
nouvelle étape.
Les critiques vont de ce fait nous envahir, même lors de situations de
culpabilité que ne nous ont pas eu comme protagonistes en nous ne sentant pas méritant
ou digne de ce que nous avons construit.
Les Fleurs de Bach vont nous permettre d'accepter et de comprendre notre responsabilité
dans sa juste mesure, prendre distance des conséquences et des événements et
concentrer nos énergies dans notre épanouissement.
Comment nous pouvons nous rejoindre lorsque cette capacité d'adaptation est dépassée ?
Comment profiter de ce que la vie nous offre quand nous
ne pouvons pas trouver notre place dans ce nouveau pays?
Nous
donnons l'occasion de lâcher prise en toute conscience
les situations anciennes de manière à pouvoir faire un pas vers l’avant et faire
face aux situations qui nous sont présentées en toute tranquillité et sécurité.
Nous rendre compte que pour nous développer dans la vie il faut rompre avec
les vielles structures, même si cela implique sortir de notre zone de confort.
Pouvoir changer tout en restant tel que nous sommes peu importe où nous
nous trouvons mais toujours en étant
bien ancré de sorte de pouvoir accompagner les changements extérieures sans
perdre notre équilibre intérieur.
Les Fleurs de Bach peuvent nous rejoindre sur ce chemin d'évolution et de
l'auto-guérison naturellement afin de permettre la rencontre avec nos émotions
pour pouvoir après être en harmonie avec notre âme et en suite avec notre entourage.
[i] "A
la búsqueda del tiempo perdido" de Marcel Proust 1913
[ii] « À la recherche du temps perdu" de Marcel Proust
1913
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